Ejemplo de la Navaja de Ockham: El Principio de Simplicidad en Acción

En el ámbito de la filosofía y la lógica, la Navaja de Ockham es un principio que aboga por la simplicidad y la economía de explicaciones. Esta herramienta mental, atribuida al filósofo franciscano Guillermo de Ockham, nos invita a seleccionar la explicación más sencilla y directa cuando nos enfrentamos a varias posibilidades. En este artículo, exploraremos un ejemplo detallado para comprender mejor cómo se aplica este principio en la vida cotidiana.

Índice
  1. El ejemplo de la desaparición del bolígrafo
    1. Explicación 1: Un ladrón robó el bolígrafo
    2. Explicación 2: Se cayó detrás del escritorio
    3. Explicación 3: Lo dejé en otro lugar

El ejemplo de la desaparición del bolígrafo

Imaginemos que un día llegamos a nuestro escritorio y nos damos cuenta de que nuestro bolígrafo ha desaparecido. Ahora, nos encontramos frente a varias posibles explicaciones para este fenómeno aparentemente inexplicable. Vamos a analizar cada una de estas explicaciones utilizando la Navaja de Ockham.

Explicación 1: Un ladrón robó el bolígrafo

La primera explicación que podría venir a nuestra mente es que alguien nos ha robado el bolígrafo. Sin embargo, al aplicar la Navaja de Ockham, nos damos cuenta de que esta explicación es demasiado compleja y no se ajusta a la simplicidad que buscamos. No hay evidencia de que haya un ladrón en nuestro entorno, y además, ¿por qué alguien robaría un bolígrafo común y corriente? Por lo tanto, descartamos esta explicación.

Explicación 2: Se cayó detrás del escritorio

Una segunda explicación posible es que el bolígrafo se haya caído detrás del escritorio. Esta explicación es más plausible, ya que los objetos a menudo se pierden en lugares difíciles de alcanzar. Al aplicar la Navaja de Ockham, nos damos cuenta de que esta explicación es más simple que la anterior, ya que no implica la intervención de un tercero. Por lo tanto, consideramos esta como una explicación más probable.

Explicación 3: Lo dejé en otro lugar

La tercera explicación es que simplemente dejamos el bolígrafo en otro lugar y nos olvidamos de ello. Esta explicación es aún más simple que la anterior, ya que no implica ningún accidente o acción externa. Al aplicar la Navaja de Ockham, nos damos cuenta de que esta explicación es la más sencilla y directa. Además, es algo que todos hemos experimentado en algún momento. Por lo tanto, consideramos esta como la explicación más probable.

En este ejemplo de la desaparición del bolígrafo, hemos aplicado el principio de la Navaja de Ockham para seleccionar la explicación más simple y directa. Al descartar la explicación del ladrón y considerar las posibilidades de que se haya caído detrás del escritorio o que lo hayamos dejado en otro lugar, hemos llegado a la conclusión de que la última explicación es la más plausible.

La Navaja de Ockham nos enseña a evitar el exceso de complejidad y a buscar la explicación más sencilla y directa en cualquier situación. Al aplicar este principio, podemos tomar decisiones más informadas y evitar caer en teorías complicadas y poco fundamentadas. Así que la próxima vez que te encuentres frente a un enigma, recuerda la Navaja de Ockham y busca la explicación más simple.

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